domingo, 24 de julio de 2011

SALMO 128: Las bienaventuranzas del que teme a Jehová

Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
que anda en sus caminos.
Cuando comieres el trabajo de tus manos,
Bienaventurado serás y te irá bien.

Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa,
tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.

He aquí que así será bendecido el hombre
que teme a Jehová.

Bendígate Jehová desde Sión,
y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
y veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz sea sobre Israel!



Cada día debemos agradecer la luz que vemos y también la oscuridad, porque estamos vivos y podemos disfrutar de la familia, de los paseos, del trabajo.
Esta bendición la tomo sobre mi familia, y sobre tu familia. También tomo la bendición sobre el trabajo que tengamos cada uno, desde el lugar que nos toca. A veces, cuando se tienen cargos directivos, los demás lo ven fácil, que se puede resolver de una manera cuando uno está viendo que no es así. Y otras, debemos tomar decisiones que son contrarias a nuestro pensamiento. Es entonces ahí cuando aparece la sabiduría de Dios, la mejor sabiduría, para ayudarnos a resolver lo difícil, lo complicado. Ya sea en el trabajo o en la familia. Porque hay algo difícil para Dios...? no, no lo hay. (Génesis 18.14)
Y para esto hay una promesa... Bienaventurado serás... no porque te salió bien con tu fuerza, porque es tuyo el logro. El logro debe ser de Dios: cuando fue tan dura la situación y estás impotente, o ves una injusticia y no te podés defender. Allí está Dios. Y dice: Bienaventurado serás cuando comieres el trabajo de tus manos, porque Él nos cautiva nuestra mente, pero nosotros debemos esforzarnos y comer el trabajo nuestro. Como suena. Eso es la felicidad.
Jesús no dijo que era fácil, no dijo que nos iban a aplaudir. Todo lo contrario. Pero... pasada la prueba, llegan los aplausos en forma de bendición en tu hogar, en tu vida, en tu trabajo.
Y esa bendición pasa a las próximas generaciones.
Pensalo. Ese trabajo lo tenés que bendecir.
Dios te va a multiplicar las fuerzas. Las tuyas, la de tus hijos, la de tus nietos! Aunque no tengas ninguna!(Isaías 40.29)