sábado, 28 de mayo de 2011

No importan las tormentas, después sale el sol!





Una mañana me levanté, agradecí como siempre a Dios por un día más de vida. Y los ví, dos ángeles me hicieron sonreir, no importan las dificultades, los obstáculos que te pongan los envidiosos. No valen la pena. Mi familia es lo más grande que Dios me dió, más que un título de cualquier estudio, más que un diez en un examen, más que la mala gente. Dios te los pone para que con su sonrisa te hagan olvidar el duro camino, para que tomes agua de su amor en medio del desierto, para que los cuides y entiendas que ellos también necesitan de tu sonrisa.
Dios mío que el amor maravilloso que Tú derramas siempre esté sobre mi familia,
Que tus manos santas siempre los protejan,
Que la prosperidad milagrosa que prometiste repose sobre ellos,
y por sobre todo, que siempre, siempre, siempre, Tú los bendigas!

Graciela

No hay comentarios:

Publicar un comentario